Claro, en la Selección, Messi le cambió el escenario prefijado: no todos los días se dispone de un genio. Sin embargo, llegado el momento de la verdad (léase: el Mundial), Sabella volvió a sus orígenes como técnico. Se miró en el espejo de los recaudos, de las precauciones, de la audacia recortada, de pensar más de la cuenta en el rival de turno, de los cinco defensores. La cuestión fue que ese rival, el del debut, fue ¡Bosnia! Y todos vimos qué es Bosnia... ¿Qué hubiera hecho Sabella si Argentina hubiese tenido que enfrentar a la Holanda que humilló a España o a la Alemania que ayer pasó por arriba a Portugal? Ni pensarlo.
Así, chau equipo de Messi, hola equipo de Sabella. La prueba resultó deplorable, algo que convalidó el propio hacedor con las dos variantes del entretiempo. Esas modificaciones desembocan, de modo inexorable, en varias y desemejantes lecturas. Si de nombres propios se trata, un acierto: Gago e Higuaín le cambiaron la cara a la Selección (sin ser una maravilla ni mucho menos, se la vio con otra consistencia y con mayor insistencia en la búsqueda ofensiva). Y una probable consecuencia negativa: ¿cómo debe haber quedado el estado de ánimo de Campagnaro y de Maxi Rodríguez si apenas tuvieron 45 minutos para demostrar sus capacidades? A simple vista: ellos pagaron los platos rotos del grueso error de Sabella en el armado del equipo. Lo positivo es que el seleccionador admitió su equivocación: eso habla muy bien de él, de su autocrítica. Lo negativo: ¿habrá perdido credibilidad en sus dirigidos, que de golpe y porrazo se toparon con un dibujo infrecuente?
Se calcula que el ensayo malogrado no se repetirá en lo inmediato, aunque nadie da por muerto el 5-3-2. Se sabe que las palabras de Leo, ayer, poniendo los puntos, tuvieron un alto impacto en la intimidad. Se implora, al cabo, para que el equipo de Messi le gane al equipo de Sabella.
Diario Clarin Por Miguel Angel Bertolotto
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